En las tierras de Sonora, el sol quemaba sin perdón, los pozos se secaron, la sed era una maldición, los jefes yaquis, pidieron con devoción, que la lluvia llegara para calmar su dolor. los jefes yaquis en consejo se juntaron, eligieron un mensajero que pudiera volar, para que al cielo subiera y su mensaje llevara a Yuku, dios de la lluvia, y sus plegarias entregar. 

Primero fue el gorrión, valiente y veloz, llevó el mensaje a Yuku, con gran decisión. Pero al regresar, un tornado lo atrapó y la lluvia prometida a los yaquis no llegó. Luego fue la golondrina, con gracia y decisión, voló a las alturas, pidiendo bendición, pero la tormenta la atrapó y un relámpago la golpeó y de nuevo, en los pueblos, ni una gota cayó 

Desesperados, los jefes eligieron su último mensajero, un sapo llamado Bobok, encomendándole su misión, pidió prestadas unas alas de murciélago para su travesía y con firme determinación, se dirigió a encontrar a Yuku. Bobok, con voz firme, pidió agua para los yaquis, yuku, le dio su promesa, pero aun así intentaría al sapo eliminar. cuando Bobok se alejó, los vientos y relámpagos iniciaron, pero al sapo escondido, estos no lo mataron. 

El agua por fin llegó a la tierra, pero al sapo no pudieron tocar, Yuku, pensando que lo había eliminado, la tormenta terminó, pero Bobok cantando “¡kowak!!, kowak!!, kowak!!”,la ira de Yuku desató y es así como el diluvio comenzó. Yuku, no pudo encontrar ni al sapo eliminar, la gran tormenta lleno los pozos, y la sed se pudo calmar. Bobok devolvió sus alas, tras su misión finalizar y a su casita en paz, se fue a descansar..