La Luciérnaga del Centro ilumina las noches templadas con destellos breves que parecen respiraciones de luz, un lenguaje antiguo que enciende la memoria del paisaje. En los pastizales húmedos y en los claros silenciosos, su brillo danza entre sombras, marcando rutas invisibles que solo ella conoce. Este diseño celebra su fragilidad luminosa, su presencia efímera y al mismo tiempo poderosa, recordándonos que incluso la chispa más pequeña transforma la oscuridad. Cada trazo busca capturar el parpadeo que define a esta especie, un instante suspendido en el aire donde la vida se vuelve brillo.